Una despedida
Es de valientes una despedida cuando hay amor, pero ya no hay paz cuando sabes que los sentimientos siguen ahí, pero la relación te resta más de lo que te aporta; no es fácil soltar a quien amas, pero duele más quedarse. Donde ya no floreces, a veces irse no es falta de cariño, es respeto, por uno mismo. Es decir: Te quiero, pero no a costa de mi estabilidad, de mi calma, de mi dignidad, porque no todo lo que se ama se debe conservar; hay amores que enseñan, pero también desgastan. Te das cuenta de que seguir es apagar tu luz poco a poco, perderte en esfuerzos unilaterales en conversaciones que no cambian nada, en promesas que no se cumplen, y ahí comprendes que no puedes salvarlo.
Que la otra persona no quiere seguir contigo.
Irse es duro, sí… Pero quedarte puede significar dejarte a ti mismo. En último lugar, por eso, aunque el corazón se rompa, aunque los recuerdos pesen. Una vida donde no tengas que mendigar afecto ni compromiso. También con amor propio.
Decides marcharte no porque no ames, sino porque, por fin, te amas con esa decisión.
Empieza algo nuevo.

Comentarios
Publicar un comentario